En medio de la depresión económica que padece Colombia, la capital provincial de Cúcuta, con casi un millón de habitantes, ha vivido este fin de año una gran bonanza comercial gracias a una repentina ola de millares de compradores venezolanos que cruzan la frontera para gastarse el cupo de $5,000 a precio oficial que hasta ayer otorgaba anualmente el gobierno de Hugo Chávez.
El dólar preferencial que el gobierno venezolano les otorga en cupos a sus ciudadanos permite que con los $5,000 una persona pueda llegar a hacer compras en Cúcuta hasta por más de $12,000, con base en el precio fuerte de la divisa estadounidense en Colombia.
''Además, podemos vender en Venezuela una parte de la mercancía que compramos aquí y recuperamos la inversión en pocos días'', dijo Alan Perilla.
De acuerdo con el comerciante venezolano, también se pueden vender los derechos de uso de dólares en la tarjeta de crédito y compartir los beneficios.
Aunque los cupos para viajeros no son nuevos, el aluvión de compradores venezolanos se debe a que en esta oportunidad prefirieron viajar a la frontera con Colombia que a otros sitios como el puerto libre de Colón, en Pa namá, o Miami, por los altos precios de los boletos de avión y el hospedaje.
Además, el gobierno venezolano anunció ayer que reducía a la mitad el cupo de dólares para viajeros, algo con lo que ya se especulaba desde hacía varias semanas.
Se estima que cada día llegan a Cúcuta hasta 12,000 automóviles con compradores venezolanos y donde quiera que se exhibe el aviso de ''aceptamos tarjeta CADIVI (Comisión Administradora de Divisas)''. Regularmente hay una fila de eufóricos turistas comprando a manos llenas.
En Cúcuta ha nacido para esta temporada el oficio recién bautizado como ''arrastradores de la tabla''. Lo ejercen muchachos casi indigentes de las barriadas pobres y marginales que cobran por orientar a los visitantes interesados en hallar los mejores sitios para gastar los cupos de sus tarjetas.
Es común que tan pronto entra a Cúcuta una familia compradora opte por contratar, para su servicio exclusivo, a un ''arrastrador de la tabla'' al que, además de pagarle por su trabajo (aproximadamente $25 por día), lo sienta en los mejores restaurantes y lo despide con un regalo de Navidad.
Con el paso de los días, los ''arrastradores de la tabla'' han comenzado a cobrarles también a los dueños de las tiendas por los grupos de ''arrastrados'' que les llevan. Piensan que, al fin y al cabo, bien podrían ''arrastrarlos'' hasta otros locales con sus apetecidas tarjetas CADIVI.
En cosa de minutos se riega como un incendio la noticia sobre los comerciantes que recompensan mejor a los ''arrastradores de la tabla'' y sus estantes se desocupan a ojos vista.
Los ''arrastradores de la tabla'' han adoptado ciertas expresiones típicas de los venezolanos de tanto andar con ellos y, con los bolsillos llenos de propinas, se divierten repitiéndolas: ''¡Coño, chico!'', ''anda, vale'' o ''dame do'', pues muchos compradores venezolanos piden dos ejemplares de cada producto: uno para ellos y el otro para vender al regreso.
La tarjeta CADIVI ''es un regalo de Navidad que el gobierno les da a los venezolanos y que nos favorece, bendito sea Dios'', apuntó Lilián Contreras, dependiente de un almacén de marroquinería que desde el 15 de diciembre pasado ha reabastecido tres veces sus existencias con mercancías que compra a fabricantes en Bogotá.
Lilián contó que llevaba siete meses sin trabajo y fue empleada para esta temporada gracias al auge de venezolanos provistos de tarjetas CADIVI que ella nunca antes había oído mencionar.
Por regla general, toda tienda de Cúcuta ha optado en estos días por aumentar el número de dependientes y ha ampliado los horarios de atención al público.
Al cierre de noviembre pasado, CADIVI había autorizado cupos en dólares para adquisiciones en el exterior por $44,528 millones, $1,415 millones más que en el 2007.
De aquellas asignaciones, 81 por ciento han sido empleadas para la compra de bienes y servicios y esto ha significado un aumento de 34,6 por ciento en las importaciones ordinarias de Venezuela.
Los 10 principales renglones en los que los venezolanos han gastado sus cupos en dólares preferentes entre enero y noviembre son, en orden de importancia, el comercio ($3,576 millones), automotriz ($3,411 millones), maquinarias y equipos ($1,745 millones), telecomunicaciones ($1,556 millones), químico ($1,238 millones), metalúrgico ($1,055 millones), informático ($992 millones) y plástico ($610 millones).
Las vías cardinales y zonas comerciales de Cúcuta permanecen atiborradas de venezolanos cargando a manos llenas bolsas de mercaderías.
COTELCO, gremio de los hoteleros, reportó que la ocupación en Cúcuta es del 100 por ciento, de manera que millares de compradores se ven precisados a pasar las noches en posadas de la fronteriza ciudad venezolana de San Cristóbal. Otros duermen dentro de sus propios autos.
En esta temporada han llegado venezolanos que anduvieron por carretera hasta dos días para gastar aquí su cupo de $5,000.
La mayor parte proviene de Barquisimeto, Valera, Caracas, Maracaibo, Mérida, Punto Fijo y Barinas.
Los restaurantes, bares y discotecas de Cúcuta también han estado abarrotados de venezolanos durante estos días.
De regreso a casa, los autos venezolanos se alejan entre un rumor de canciones colombianas tropicales recién compradas que suenan en sus equipos de sonido, mientras van sobrecargados con televisores, computadoras, confecciones, muebles y licores
Los colombianos que acostumbran visitar Cúcuta durante las fiestas de fin de año para hacer turismo o ver a sus familias, en la mayoría de los casos han debido hospedarse en casas de parientes, amigos o en improvisadas posadas de algunas de las poblaciones vecinas.
La noche de Cúcuta también bulle entre luces de concurridos salones de variedades y centros de baile, cada uno con dos o más orquestas tropicales en la tarima. Algunas cancelaron contratos en otras partes de Colombia, donde la rumba por estos días es un mandamiento nacional.
Asimismo han proliferado los espectáculos de striptease con sus servicios laterales, estimulados por las bondades cada vez más extensas de la tarjeta CADIVI. Para escoger el mejor están allí, siempre listos a servir, los acuciosos ``arrastradores de la tabla''.
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